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¿ES POSIBLE CONSTRUIR CIUDADANÍA DESDE LOS MEDIOS MASIVOS?

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La pregunta que orienta este breve texto parece tener una respuesta obvia y facilista: los medios no construyen nada bueno porque están al servicio de los grupos económicos, la televisión embrutece, la radio obnubila, la prensa manipula y en Internet el 90 por ciento del contenido es basura. Frente a esta extendida posición, es necesario advertir que –gústenos o no– los medios, particularmente la televisión, son generadores de opinión pública e importantes escenarios para la construcción de ciudadanía. Suena a herejía, pero es cierto.

Para argumentar este espinoso asunto es necesario tener dos claridades: una primera, que el ejercicio de la ciudadanía, como lo menciona la investigadora María Cristina Mata (2003), actualmente desborda la esfera de los derechos civiles y políticos ligados al sistema de gobierno, la estructura social y el modelo económico de una país, para adentrarse en el fenómeno de la diversidad, la diferencia y la globalización; y una segunda, que los medios constituyen importantes espacios para establecer puntos de referencia comunes para toda una sociedad y tienen enormes fortalezas para proponer, estabilizar representaciones sociales, además de formar imaginarios colectivos.

En virtud de lo anterior, desde la lógica de la globalización y las nuevas tecnologías, la noción de ciudadanía se asume ahora como la materia prima que se requiere para adaptar un modo de ser a un mundo más amplio, para re-pensar las interacciones simbólicas de los individuos en un espacio que se ha hecho cada vez más común y que denominamos sociedad del conocimiento, para vincularse con las problemáticas derivadas de las identidades y el multiculturalismo donde son comunes las demandas y reivindicaciones que trascienden las fronteras. Ser colombiano ya no es un asunto de cédula o territorio. Va mucho más allá.

En este ámbito, los medios masivos se convierten –sin querer queriendo, como dice un personaje televisivo- en potenciales lugares de encuentro, escenarios de reconocimiento que posibilitan la construcción colectiva de la opinión y promueven una inclusión que poco se da en nuestros países. Suena extraño, pero es necesario reconocer que los medios comunican desde y en la lógica del entretenimiento y, precisamente por esta característica, han sido satanizados por muchos intelectuales para quienes el aprendizaje está muy ligado con el sufrimiento –parir el conocimiento- y no con el goce y la diversión.

Los medios surgieron con la industria del entretenimiento, desde allí construyeron sus estéticas, técnicas y narrativas propias. No son la panacea, pero tienen interesantes desafíos educativos que debemos aprovechar en todo su potencial para no quedarnos en el tradicional lugar común que pregona que aprender es algo aburrido.

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