jueves

EL PERIODISMO EN TIEMPOS DE CÓLERA FRONTERIZA

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“Discernir entre espectáculo mediático y periodismo es algo que los periodistas debemos reivindicar como una garantía irrenunciable”

Cuando un espectador o televidente se sienta a leer el periódico local o nacional, escuchar la radio, ver el noticiero de televisión o consultar la información que se publica en los diferentes medios masivos que tienen soporte en la red, lo primero que espera es que haya claridad y veracidad en las noticias que le llegan y no una serie de hechos aislados y descontextualizados en donde periodismo y melodrama parecen convivir de manera soterrada, como ha ocurrido con el cubrimiento periodístico al que hemos asistido –con toda la espectacularidad tecnológica de última generación y último minuto- sobre el problema político y fronterizo entre Colombia, Ecuador y Venezuela.

Con la seducción de la chiva y la captura de los mejores momentos de tensión-insulto-humor-gesto-manotazo-burla-disculpa que han ocurrido entre Uribe, Correa y Chávez, asistimos a un espectáculo mediático en donde el reportaje, la noticia o la crónica han perdido su esencia para dar paso a un melodrama informativo en donde las labores diplomáticas han sido reemplazadas hábilmente por los micrófonos y las cámaras, los periodistas fungen como cajas de resonancia y los mandatarios involucrados gozan –cual protagonistas de telenovela- con la repetición incesante de cada nuevo capítulo en la web, en una fotografía de portada, en la televisión y hasta en youtube.

Conviene recordar a nuestros colegas, entonces, algo que resulta obvio al lector/oyente/ espectador/internauta: en los medios caben muchas cosas, pero en el periodismo no todo es válido. De la misma manera en que consideramos que un médico no es un matasanos y un abogado no es un buscapleitos, el periodista –lo afirma Raúl Conde en su revista electrónica La Huella Digital- no puede confundir su labor con la caja, con el soporte, con el envoltorio. Su función no consiste en presentar el dato curioso ambientado con un testimonio o servir de actor secundario, sino en hacer prevalecer el buen ejercicio periodístico, en discernir entre espectáculo mediático y periodismo, además de tener claro que la sobreabundancia de información genera desinformación.

En este punto resulta pertinente preguntarse: ¿los productos periodísticos que salen diariamente a la luz pública sobre el conflicto colombo-venezolano-ecuatoriano contribuyen a generar debate y opinión pública en la sociedad, o se quedan en las dulces mieles del entretenimiento? "El espectáculo hace que prolifere el entretenimiento, en el mejor de los casos; o el amarillismo, en el peor. El periodismo tiene la premisa de contar noticias y satisfacer el derecho a la información, que no es nuestro, sino de los ciudadanos", puntualiza Conde.

1 comentario:

Elinor dijo...

Lo que sale diariamente a la luz pública está influenciado por el llamado periodismo ciudadano(que en realidad no es periodismo-afirma Carmen del Riego,primera presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM)).
Su principal objetivo es la controversia que conlleva al entretenimiento, que muchas veces es lo que vende y se pierde el derecho a saber, a ser informados y todo queda en el espectáculo mediático.